Son las diez y media de la mañana, no tengo nada que hacer. Desayuno en la terraza, contemplando la vista de un día brumoso. Una taza de te rojo con jengibre y melocotón, humea aún a mi lado. Está amargo, pero sabe bien. El gato dormita sobre su lecho de yerba seca acurrucado y ausente. Campanas tocan a muerto. Es una mañana hermosa.